Ansias de poder

Buenísimo el artículo de Joan Barril «¿Con quién estoy cenando?» publicado el pasado 19 de octubre en ElPeriódico de Cataluña, en el que hace referencia al escándalo Millet y concretamente comenta la concentración de poder económico, social y político en manos de unas pocas familias catalanas. «La suspicacia mutua entre los poderosos les ha dejado sin amistades francas», dice Barril. «Será ahora cuando los nobles irán a buscar compañía y vida social con los plebeyos». La verdad es que los hechos demuestran cada día (y más hoy con la detención del alcalde de Santa Coloma de Gramanet, y dos ex altos cargos de Convergència i Unió) que vivimos en una sociedad corrupta en el que la ética desaparece en nombre de la ambición y el ansia de poder.

La verdad es que estamos ante un marco desmoralizador en el que la mayoría somos poco más que mileuristas (incluso los que nos hemos pasado la vida estudiando y luchando para consolidarnos profesionalmente), que vivimos rodeados de aves rapaces dispuesta a devorar todo lo que sea necesario para mantenerse vivas. Y estas aves rapaces están por todas partes: las vemos en nuestro barrio, las encontramos en nuestro ayuntamiento, y las sufrimos en nuestro entorno profesional. El gran mérito es continuar con ganas de seguir luchando. Y esto me recuerda las palabras de un cura que un día dijo que sus creencias eran tan fuertes que no había perdido la fe ni tras su visita al Vaticano. Debe ser que en el fondo confiamos en el poder del ahora y en nuestra fuerza personal como motor fundamental.

La autoliberación de Félix Millet

Anthony de Mello en su obra «Autoliberación interior» argumenta que  «Si yo logro que te odies a ti mismo, me será más fácil dominarte, domesticarte; y eso es lo que hace nuestra mal llamada educación. La sociedad te enseña a estar siempre insatisfecho, para dominarte y controlarte. (…) La aprobación, el éxito, la alabanza, la valoración, son las drogas con las que nos hahecho drogadictos la sociedad, y al no tenerlas siempre, el sufrimiento es terrible. La única solución es dejar la droga, pero tendrás los síntomas de la abstinencia. (…) Aliméntate bien con placeres naturales: disfrutando de la naturaleza , ejercitando los placeres del tacto, del oído, de la vista, del gusto, del olfato. Hay un mundo por descubrir desde nuestros sentidos atrofiados».

Parece ser que en nuestra sociedad actual pocos han seguido las enseñanzas de este sabio nacido en Bombay.

Cada día vemos ejemplos de almas infelices que necesitan apegarse a todo lo material sin límite alguno. Es el caso de Fèlix Millet que, a pesar de tener un sueldo de mas de un millón de euros anuales, necesitaba mucho más para ser feliz. No sabe Millet «lo que supone la paz que consigues, cuando dejas caer la carga de tu superyó de una posición que te empeñabas en mantener y que suponía tantos esfuerzos y frustraciones». Un pobre infeliz que algún día creyó que era un ser superior a todos los demás. Espero que en su celda de oro alguien le haga llegar a de Mello. Sería una buena compañía.